sábado, 23 de enero de 2010

En las alturas


Perdóname los errores que aún no he cometido.
Desde las alturas todo se ve pequeño.
Y tú estás alta. Altísima.
Entre los arroyos de nieve, la pampa nubosa y los aeroplanos.
Tienes en tu mano el interruptor de las auroras y crepúsculos,
de las estrellas más perezosas y los cielos malvas,
de las limusinas de mis pestañas y de estos versos.
Niña de bello rostro…
No derrames más lágrimas en mi copa de vino.
Caen desde lo alto, desde arriba, desde arriba.
Y tú estás más allá de todo esto…
Tal vez necesites mi mano si te decides a bajar esta escalera.
Si no, me quedaré en los bancos de este parque.
Desde aquí, el cielo se contempla mejor.
La felicidad es cuestión de soltar las alas.
Te llevaré. Me llevarás.
Más allá de todo esto…
Hacia lo alto, hacia arriba, hacia arriba.

miércoles, 13 de enero de 2010

No me conoces


Perdona si te asusté. Si entré así de repente, descolocando tus mapas del mundo. Tus auroras. Tus botas rojas. No me conoces, es cierto, pero yo te reconozco. Sé que te gusta perderte entre el murmullo de los lugares vacíos y las calles sin farolas. Sé que prefieres gritar en minúsculas y despedirte con puntos suspensivos. Que te ríes de los momentos serios y llevas calcetines de colores. Que te atrae hablar con extraños. Y todas las noches te duermes con un pijama distinto. Sé que te sientes como la rama sin rumbo en la corriente. Te compensaré la impertinencia de haberte interrumpido. Pero no con perdices ni aviones a punto de despegar. Ni con cromatismos de otro siglo. Te compensaré queriéndote en ese enchufe con que enciendes la luz. También cuando no queden bombillas. En cada nota de tu risa. En cada frase de tu pelo. No me conoces, es cierto, no me conoces por ahora.